Voy a retorcer las normas universales
porque me apetece sonsacarle a Don Limpio
las manchas del alegato y las comisiones obscenas
que se ha cobrao por el algodón de los cojones.
Me ha venido montao en un yate
desde una mansión con el aval meritocrático
de una clase social que no merece ni un ayer
de tanto que están parasitando.
Voy a tejerme escalas en los tiempos
donde aguantar tenía algo de salud
porque me apetece desde hace bastantes pitis
un buen barreño de napalm
para ese enjambre de réplicas
que no paran de zumbar sandeces
y meter la lengua húmeda en los oídos.
Hoy es día de limpieza y tengo el desinfectante calentito
así que por más que te brille la calva
y te escondas tras esa sonrisita de legalidad
vas a comerte de mis labios el
“más sucio está tu nombre
y más podrida tu bandera”
y ya puedes rezarle a la santísima Virgen de Atocha
o al mismísimo San Chin Choon
que te voy a sacar a punta de Volvone
todos esos privilegios.
Los 50 litros de lejía que te mereces beber
para limpiar el aire de tus babas
no servirán para nada;
pero mi boca en los cielos,
sería lo que llaman justicia poética,
karma o justicia on the rocks
y lo que a mí me gusta llamar Día de limpieza.
Porque aquí todo es legal
y de lo ético vamos hablando sobre la marcha.