Parresía

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Parresía

de Wifly Rodríguez

Calentones

Como si quisieran salirse

todas las voces del cuerpo.

Como si quisieran abandonarnos

los últimos dioses útiles,

mientras nos zambullimos

en formol y fotografías.

Estamos en el revés de todos los abismos.

Es como un puñal

que si entra en caliente

sale completamente frío,

llorando sudores de hielo.

Como si el despertar

no fuese para todos un chupito de ansiedad

con tropezones de torpeza,

y las cuerdas vocales

no se atrancasen ipso facto.

Aún se añora distancia y deseo de mar,

como una barca ciega

que lleva siglos en un mismo varadero

en los lodos hechos playa calidad Q.

Poco cantar de gesta ni obituario

que acompañe tanta orilla gris,

como si todo dependiese

de lo que digan los hombres

sin ser más agua que beben las salemas.

Hemos salido borrón absurdo

de todas las radiografías;

aún queriendo huir por la trastienda

se han visto los errores muy de cerca

despeñarse por la colina;

como si todo hubiera sido

una carrera despavorida,

un corral entero de gallinas

orgullosas de poder planear.

Mirar para adelante es tan incierto

como arrancarse los ojos y hacer malabares,

rezar para que mañana no llueva

y resbalen las losetas de la ducha.

El pladur es tan inútil

como la ética para el dinero,

le metáfora más injustamente bonita

como querer fumarse la vida a calentones

sin el tóxico dolor que conlleva.

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