Que nos suponíamos dóciles como mantas
siendo tren con raíles invisibles,
lleva estando claro desde la primera mentira.
Me lo sé como una oración católica.
Que estábamos tirando del hilo de pescar
hasta ver cómo coño se partía
y que si hubiese habido opción de impedirlo
lo perdimos entre los sorbitos de petróleo.
Me lo sé de memorieta.
Habitábamos nuestras carencias
y nos construíamos un refugio
donde escondernos de los escupitajos
sin esperar si quiera
a que se aclaren las sombras.
De carrerilla puedo decirte
que decidimos confiar en los intentos
en vez de acristalar las ventanas.
Ni propuestas ni enfoques
hacia lo que habíamos creído sentido
nihilismo autosaboteo
y los bafles en seísmo
pumpampumpampumpam
hipoteca a las lágrimas
y poca defensa contra las memeces.
Joder qué tanto se ha escuchado
Que lo tenemos como himno
para el simposio de espinitas
y ahora solo nos quedan un par de acordes
de rock hosco y podrido.
Todas las contraindicaciones
son los sellos de nuestros visados
porque sabemos combatir el veneno
que se le meten a las palabras
y que las cicatrices valen diamantes
veces más que los tatuajes.