Me he convertido en la herencia que me ha tocado:
soy un mutante de la verdad y la mentira,
superviviente de la civilización.
Soy las balas que matan por la paz,
la sangre que forma ríos,
soy la justificación de la violencia
el sofá de piel donde se toman las decisiones.
Soy el estruendo de las bombas
en plena madrugada enrojecida.
Me han actualizado el programa;
me han arrancado el botón de apagado,
respiro gas y mi corazón bombea gasopa;
me he cortado las venas
y la sangre ha manchado todo de azul.
Soy las salidas forzosas,
devolución en caliente de Frontex,
la voz muda de tantos chillidos.
Me llamo cucaracha del exterior:
soy el sacamantecas de las fábulas,
la imagen de la cámara del banco
la ignorancia curricular del nuevo empleo.
Soy la última dosis del día.
La incapacidad de crear riqueza común,
las lágrimas perdidas en las arenas
de las playas de Europa.
Soy pedagogía autodestructiva,
amigo que juzga pero planta sonrisas
soy el FOMO que no me deja respirar
y ahoga todo lo que me rodea.
Soy trastorno bipolar border line
medicamentos que acaban en pam.
Soy la condescendencia
ante el pusilánime que me sirve de púgil.
Soy una inseguridad envuelta
en palabras que se pasan de fuerza
cuando toca abrazar el silencio.
Espejo roto a puñetazos:
soy los retazos de carmín
en los trozos de cristal.
Soy las cabezas rapadas en el fútbol
soy Olona disfrazada de mujer andaluza.
Me llamo tragedia o capitalismo:
soy el valor del árbol como un bien
que me da servicio;
no como vida y alma,
un convenio laboral esclavista.
Soy la enfermedad de los edificios,
las ratas de la televisión
los diez euros fiados pa’ tirar esta noche,
soy el insomnio que ha tocado heredar.
Las nanas que nos han cantado
transformadas en pesadillas.