Parresía

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Parresía

de Wifly Rodríguez

Caronte me debe pasta

Que no te arrepientes de nada

es la parte más nítida que tengo

de nuestra memoria común.

Puede que sea lo único que quise

mantener vivo del pasado.

Porque tuve que hacerme la pira

con las espinas de tus zarzas

y proclamarme camello de Caronte

para no pagar ni un óbolo.

Sé que no te arrepientes de nada

porque todo lo vivido ha sido parte

de unos juegos de arena

donde tú eras el César del pulgar al alza

por tiempo limitado.

La caída del dedo era ley natural.

Ni caballos ni alfiles para cazar a la reina.

Tú eras persona de triunfos hecha a sí misma.

El rico es tu padre; tú: mmmm not yet.

Quizá que no te arrepientes de nada

no es lo único que tengo cristalino

cuando me meto en la cama.

Puedo ser yo el que no tenga claro

sus arrepentimientos

y el que desea omitir de los recuerdos

los tiempos de Roma y Amor.

Ahora que cumplo con las frases hechas

te doy lo que te corresponde,

como le corto las dosis a Caronte.

Si esperabas una muerta digna

y una eterna mancha roja en la arena

con la forma de mi voz

revísate el oráculo,

porque no has podido predecir

que algunos muertos se levantan y andan

y de tanto que me debe Caronte

me sale el trimestre a devolver.

No te arrepientes de nada

ni de llenar el desguace de vidas útiles

ni de haber prometido en vano

ni de los cercos en la Galia

ni de las guerras civiles de los otros cuerpos.

Ni del “abolir la esclavitud acaba con la producción”.

De lo que yo me arrepiento

es lo pesado que fueron mis silencios

cuando me llovía el ácido de tus babas

de haberme tragado sin tapa

los resquemores y la desidia.

De lo que no me arrepiento

es del fuego de Nerón

y las lágrimas de Boabdil.

Porque a veces destruyendo todo

se salva la magia de los rincones.

Ya lo entenderás cuando madures

y te hagas de izquierdas.

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