Parresía

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Parresía

de Wifly Rodríguez

Amy al Black, yo al Punk

El game over después del ocaso

lo tenemos atascado en las tuberías del tiempo.

Te prometo que abrazo cada migaja de amor

cosechado entre todas las palabras

que no se pudo tragar el sumidero.

Aunque le tenga pavor al malo final

y a sus afiladas garras de reproche.

El game over siempre viene después

de la pantalla de silencios.

Después de ese monstruo imposible de vencer

que nos manda a los créditos,

al punto de inicio de la partida,

porque hemos aprendido a vivir sin guardarla,

sin darle al pause ni por un segundo,

con la confianza del que se siente ganador

y con la ilusión de tener por escudo

una epidermis de acero forjado.

Nunca nos dejamos hacer una estrategia.

Si Amy volvió al Black, yo retomo el punk.

Retomo las ansias de pasarme el juego,

ser el gremli del banquito y litrito al sol,

del dame esto que mañana te pago

con una posturita comportada de mi alma.

Retomo escuchar acordes sucios,

voz rota y empaque desagradable

para limpiar las entrañas de mi wáter.

Game over y empecemos de cero.

Que no se atoren de nuevo las alcantarillas,

que no canten tan fuerte las ambulancias

y que no nos deslumbre el gálibo azul

de las lecheras de los civiles.

Retomo el punk para chetarme,

para aprenderme los trucos del San Andreas

y para dejar a mi Bender alcohólico

divertirse con sus robopilinguis.

Recojamos las piezas y volvamos al inicio.

Marquemos una estrategia sesuda

antes de llegar al último estadio,

que te aseguro por las broncas de Narciso

que Tánatos no es para tanto,

que se le puede vencer en modo difícil

y que no hay tubería que se atore

tras un reinicio en mitad de la partida.

No tengamos tanto miedo de perder

que siempre nos queda la solución

tramposa del insert coin

para empezar una nueva partida

con las cañerías limpias.

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