Parresía

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Parresía

de Wifly Rodríguez

Aceras de chocolate

Hay cosas que se deben saber:

Madrí comparte el rímel de sus ojos.

Algunos lo usamos para hablarnos

con el silencio de nuestras miradas.

Algunos lo usan para maquillar de Instagram

los límites de sus deseos. 

En Madrí saben ácidos los besos

y las zapas huelen a bailes

y a caminares de regreso destartalado.

Esas cosas deben estar en los carteles de entrada:

Bienvenido a Madrí,

donde los autobuses cosen

cemento con jirones de humanos.

Hay cosas que deben ser sabidas:

Por cada viajero, un Atocha.

Por cada persona, una bola de pienso

para el gusano bajo el suelo.

Madrí usa gasolina como café,

la M30 es una procesión de penitentes,

los perros sin correa aprendieron

desde cachorro a esquivar coches

y a comer sin que les pille el segundero.

Hay cosas que no se pueden olvidar:

memento mori es una fiesta

porque nos hemos creído nuestras mentiras

y no las de cualquiera.

Solo habla mal de Madrí

quien camina de puntillas;

quien teme pisar charcos de barro y asfalto

quien teme caerse más allá de Despeñaperros.

Ruido.

Aprende a gestionar el ruido.

A disolver tanta porquería con aguarrás.

A disfrutar de las duchitas de agua fría

para la conciencia.

Hay cosas de mí que debes saber:

Me llevo partes de Madrí

cuando desembarco en mi costa.

Su látigo; sus luces y espejos,

el rímel que limpia mi mirada;

me llevo su agua en bolsillos de vaqueros lavaitos,

mechones del Retiro colgando entre las cejas,

el tiempo de desplazamiento y las caídas tontas.

Ojalá aceras negras de chocolate.

Te lo prometo: ojalá las mismas aceras

en cada ciudad que piso.

Las mismas calles con el mismo hambre

de la goma de mis suelas.

Las que negaba por costumbre

y ahora son parte mía.

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