No esperamos salir entre algodones.
Somos una luna llena que pasa su estar
entre nubes de jazmines.
Aunque apriete la pinza de la moral y el pasado
nos lo hemos prometido:
no se va a escuchar nuestro silencio
en el convenio de la vida predecible.
Somos fuga en la realidad perenne.
Larios, Matuzalem
(ángeles y demonios)
y la gravilla que sueltan al caer
los hielos de nuestras copas.
Dormir es la respuesta
que nos regaló al nacer
la parte más cobarde
de la vida.
Y nosotros,
indomables,
con el miedo funambulista
de su aliento en el cogote,
hemos aprendido a bailar pegados
a su vestido de noche.
Y aún no existe nada que lo detenga.