No tengo tiempo que me sobre
y mucho menos que perder
por el reclamo de miedos e incongruencias.
Divago por mi Rincón
y escojo la comodidad de su palabra.
Las luces cálidas de sus bares,
el disfraz de rol playero chillin,
menos bulto entre tanto bulto,
ladrillo con muy poco cemento.
Por muchas copas que me tome
prometo que seguiré con los pobres.
Te prometo que amaré como ellos.
Con las ventanas luchando contra el pan duro.
Tapando con tiza las manchas del hule,
sintiendo pasión de legionario
y creyendo en los mitos tóxicos
que se ven en cada reflejo
de mis lágrimas de pirata.
Prometo que:
en cada verso que vomito,
en cada sonido que fertiliza mis tímpanos,
tengo refugio.
Tengo abiertos los cuarteles de invierno
y tengo clara la estrategia:
En una palabra,
larga como sus sílabas:
Repliegue.
Que te cuides, Juanmita.
Repliegue.
Perfil bajo.
Que la primera dichosa persona
del pervertido singular
eres tú.
Y aún en verano,
le declaras la guerra de invierno.
Me lloras el tiempo
como olivo quemado
y las mil vidas
de la Graná nazarí como el azul mar
imposible de describir.
Las bombillas están en huelga
porque hay personas
que han bloqueado el interruptor
y no las dejan encenderse.
Y la luz está muy cara
para pagar tonterías.