Parresía

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Parresía

de Wifly Rodríguez

Miernes

Aún no me he roto un hueso.

No sabría decir cómo se siente la soldadura posterior.

Cómo se sostienen carnes y vísceras

sobre cables de calcio empalmados.

Un parche de genes en los cimientos de la cáscara.

Todavía tengo intactas las costillas de porcelana,

Sigo viendo estables

a cúbito y radio

y tibia y peroné.

Aunque no conozca el sabor de la escayola

sé de romper y arreglar,

de que me pinten la cara, brazos y piernas,

de ser árbol y sentir caer su altura.

De tirar tiestos por la ventana

y bajar en babuchas

a por los pedacitos del suelo.

Y también sé desgastarme  

mientras pongo dinamita

en los puentes que cruzo.

Aún tengo intacto el esternón de micarta,  

las falanges de tinta y los dientes

que saben lo que es masticar arena.

Caer de boca para aprender fundamentos.

Montar en bicicleta.

Reconocer la vida como el arte

de levantar humanos con escombros.

No sé de huesos rotos ni operaciones quirúrgicas.

Me puedo imaginar la gran putada que es.

El dolor insoportable y las penurias posteriores.

Pero no sé si al quebrar emiten sonido.

Algo onomatopéyico o un simple grito de terror.

Si se iluminan como un palo fluorescente roto

en una discoteca de menores.

Todavía no me he roto un hueso.

No me he rascado el brazo

con el tenedor de la infancia.

Aunque sepa de buena tinta

que la vida y los huesos

siempre se reconstruye

parche a parche día a día.

Y que te regalen experiencias

con cosas:

cúbito y radio pueden romper

y los miércoles también

se visten de viernes.

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